Los sistemas de riego automático son una herramienta cómoda para los propietarios de viviendas en el sentido en que, si están instalados correctamente, aportan la cantidad de agua adecuada al lugar correspondiente con un esfuerzo mínimo por parte del propietario. La mayoría de los sistemas automáticos utilizan varios tipos de métodos para el suministro de agua, siendo dos de los más comunes los aspersores emergentes que se introducen en el terreno cuando se termina el ciclo de riego, y el riego localizado, que utiliza microcomponentes para suministrar agua a menor velocidad, precisamente en donde las plantas más lo necesitan.
Inconvenientes del riego manual.
No permite una medición precisa de la cantidad de agua a aportar basándose
en la capacidad del suelo para absorberla. Cuando utilizan mangueras, muchos
usuarios aumentan demasiado el volumen de agua y acaban desperdiciando una gran
cantidad. El exceso, que no se absorbe, se pierde y pasa a las canalizaciones y
desagües pluviales. Regar manualmente con manguera producirá probablemente un
exceso de agua en la zona ajardinada, desperdiciando agua que se evapora o se
va a las canalizaciones, o simplemente utilizando más agua de la necesaria para
mantener la salud de las plantas.
Ventajas
del automatizado. Una de las mayores ventajas de un
sistema de riego automático es la capacidad para aportar distintas cantidades
de agua a diferentes plantas a una velocidad que pueda absorberla. Los sistemas
más eficaces pueden incluir tanto componentes subterráneos como de riego
localizado, lo que es especialmente aplicable a los sistemas con varias zonas.
Por ejemplo, los macizos de flores deberían estar en una zona que reciba menos
agua que un césped y podría, por tanto, estar mejor atendida por una línea de
goteo del jardín con emisores de bajo caudal, mientras que las zonas de césped
podrían estar mejor si se riegan con difusores o aspersores.
Uso
eficaz, no diseño eficaz. De todas formas, no importa
lo eficaz que sea el diseño de un sistema de riego, la cantidad de ahorro de
agua que se consiga depende mucho de la propia instalación y del manejo de un
sistema de riego eficaz. Se estima que los sistemas de riego ineficaces y
programas de riego incorrectos desperdician alrededor de un 30% del agua que se
aplica a plantas y césped.